Yo tengo una filosofía: si tu cliente te pregunta el precio por tus servicios, ya conoce que debe pagarlo (aunque a veces quiera “hacerse el loco”) y de alguna manera lo que está evaluando es si puede o no pagarlo. Así que:

1° recomendación: no omitas ese parecer, porque ya el cliente asumió que debe haber una transacción comercial.

Cobrar debe ser la regla, no la excepción. Quizá no estés acostumbrado y por eso te causa inseguridad o saca todo tipo de creencias mentales que te sitúan como el malo de la película. Sin embargo, debes controlar esas creencias limitantes y perderle el miedo o no podrás vivir de tu negocio.

HAY UNA REALIDAD: las primeras veces que ofreces tus servicios, es necesario dar “muestras gratis” de lo que haces, eso te permitirá darte a conocer y que la gente “pruebe” la calidad de tu producto, pero conforme aprendes y te haces experto tu producto adquiere valor, por lo tanto, su precio debe subir. También, si tienes una estrategia comercial detrás, puedes permitirte NO cobrar, pero debe ser pensada y racionada. Incluso, si consideras el caso en particular o si la persona realmente no puede pagarlo (siempre que no te genere algún costo operativo a ti) puedes hacerlo a un precio muy bajo… pero son de las pocas razones que yo admito para no cobrar.

El gran problema es que -culturalmente- asociamos: vender con manipular, engañar, incomodar, y por lo tanto no queremos: no gustar, que te critiquen, que se rían de ti, etc. Psicológicamente asumimos que cobrar es negativo.

Pero entiende algo: el que va al cine paga su entrada y la película no le resuelve ningún problema, ¡TÚ SÍ!, porque le estás brindando a alguien lo que está buscando, y a veces hasta más.

Hay otro punto importante, tu servicio lo está alejando del dolor o acercándolo al bienestar, lo que significa que le estás haciendo un bien y eso, tiene que ser remunerado.